lunes, 8 de marzo de 2010

"Ahora sí, ¿no?. Banda de mentirosos."


Sólo habían pasado unos meses de las elecciones del 14 de marzo de 2004. El PSOE de Zapatero había llegado al poder aupado por las algaradas callejeras que sucedieron a los atentados del 11-M, culpando al Gobierno de los crímenes por haber apoyado la guerra de Irak. Antes, la oposición socialista durante esa segunda Legislatura de José María Aznar ya había estado centrada en la denuncia de la ilegalidad de la intervención aliada en Irak para derrocar a Sadam Husein. Se acusaba al Gobierno de implicar a España en una guerra injusta e ilegal, pese a que nuestros soldados no participaron en misiones de combate. Nada más llegar a La Moncloa y sin avisar a los aliados, Zapatero ordenaba la precipitada retirada de nuestras tropas, irritando a EEUU y los otros países presentes en el país asiático.
Por ello cobra especial relevancia este
Real Decreto-Ley 8/2004, de 5 de noviembre, sobre indemnizaciones a los participantes en operaciones internacionales de paz y seguridad, elaborado por el Ministerio de Presidencia de María Teresa Fernández de la Vega. Está firmado por siete ministros del primer Gobierno Zapatero. Además de la vicepresidenta, vemos las firmas del vicepresidente segundo y ministro de Economía, Pedro Solbes; el de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos; el de Defensa, José Bono; el de Interior, José Antonio Alonso; el de Trabajo, Jesús Caldera y el de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla.
En la Memoria Justificativa que acompaña al Decreto se incluye un listado de las operaciones del Ejército español en el exterior, en las que figura por un lado aquellas que están amparadas por resoluciones de las Naciones Unidas. Aparecen Bosnia, Burundi, Sudán, entre otras. Hasta ahí normal. Pero la sorpresa llega al ver: Abril 2003. Operación Libertad Iraquí en Irak. Y dice textualmente:



  • La participación española, amparada por las Resoluciones 1441 (2002) y 1483 (2003) y 1511 (2003), se concretó el envío de dos diferentes tipos de unidades con la misión de ayuda humanitaria y restablecimiento de la seguridad.

Por tanto, estos siete ministros del primer Gobierno Zapatero, algunos de ellos presentes sólo un año antes en las manifestaciones contra la guerra ilegal e injusta de Aznar, estamparon su firma en un Decreto que reconoce la legalidad de la intervención en Irak. Es más, ni ilegal ni, en lo que a España atañe, guerra, ya que se dice claramente que las dos misiones eran de "ayuda humanitaria" y "restablecimiento de la seguridad". Términos idénticos a los que utiliza ahora el Gobierno para negar que en Afganistán nuestras tropas estén en misión de guerra.
El Decreto nos ofrece una sorpresa más. En el apartado otras operaciones, no amparadas por Resoluciones Internacionales, se incluye la Operación Golfo Pérsico en 1990 en apoyo a la primera guerra del Golfo con una fragata de la Armada Española. Esta sí fue una guerra ilegal, según el propio lenguaje utilizado por los socialistas, de acuerdo con el Decreto elaborado por De la Vega. Entonces gobernaba Felipe González y la oposición apoyó al Gobierno, pese a que existía una gran diferencia: el PSOE envió soldados de reemplazo, no profesionales como los que se movilizaron en la segunda guerra de Irak. La hipocresía socialista queda perfectamente retratada.
El apoyo de España a la Operación Libertad Iraquí de 2003 contó, además, con el respaldo del Congreso de los Diputados que aprobó con 184 votos secretos (uno más de los que disponía el PP) la participación del Ejército español en la misión. Esto desmonta otra de las falacias que repite el Gobierno Zapatero: "ahora es el Parlamento el que, por primera vez, aprueba el envío de militares fuera de España". Es más, en aquel momento no era necesario por ley consultar al Parlamento. Ahora, el Gobierno Zapatero sí ha elaborado una ley en este sentido, cuando, en la práctica, este mismo Gobierno ha aprobado en Consejo de Ministros el envío de tropas a Afganistán antes de que se pronuncie el Congreso. En la injustísima e ilegalísima guerra de Irak fue al revés, sí tenía el visto bueno de la cámara.

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